Pero lo más curioso, es que esta película es buena. Sí, no es aburrida, ni se hace repetitiva. Tal vez porque, ignorante de mi, me colaron esa 'cortinilla' que tantas mentiras entraña. Al terminar este film protagonizado por Sean Peen -exquisito-, Ryan Gosling, Emma Stone y Josh Brolin, la sensación es dulce, aunque sabes que la bola que te han metido es del tamaño de una cabeza de caballo.
En los Estados Unidos de la Ley Seca, de la mafia y la corrupción, un cabecilla de las organizaciones judías llamado Mickey Cohen intenta hacerse con el control de Los Ángeles.
El verdadero Mickey Cohen |
En realidad, Cohen no logra hacerse con Los Ángeles. Lo intentará, pero no irá más allá. Se relacionará con Al Capone, con Frank Sinatra, se le intentará asesinar en Alcatraz... la típica vida de un gangster norteamericano. Pero su realidad -además de no ser tan guapo como Sean Penn- es otra. Este boxeador, en realidad, era más violento que eficaz, y nunca fue nadie importante en el cuadrilátero. En la oportunidad de su vida, contra Tommy Paul -campeón del mundo en peso pluma-, fue noqueado a los dos minutos y veinte segundos de empezar el primer asalto. Su momento de gloria duró hasta que su nuca tocó el tapiz del ring. Y bueno, como os imaginaréis, no fue el dueño de L.A, como quiere hacer ver el director. El único dueño de California en el s.XXI, se llama Kobe Bryant.
Con demasiados tintes de acción, una heroicidad desbordada que acaba empachando, y las muertes 'tìpicas' de estas películas, seguro que es agradable visionarla si no hay un plan alternativo. Para ver la herencia de American Ganster, El Padrino, o Los Intocables de Eliott Ness, es preferible ver las originales. Esta grabación tiene las ganas de introducirse en este género tan sofisticado y siempre atractivo, pero se queda más cerca de un segundo grado-al nivel de Enemigos Públicos de Johnny Deep- que del olimpo del cine negro.
Una más, que diría aquel. Si aprovechas la escapada semanal para ir al cine y verla, te arrepentirás. Si la ves a la una de la mañana en televisión, después de un día largo, te irás a la cama pensando que la vida no es tan dura, y aunque lo fuese, siempre puedes desenfundar una magnum y hacerte dueño de tu ciudad montando un par de burdeles y sobornar a un par de políticos... aunque bajo esas premisas, en España serías un empresario más.
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