Para ello utilizan los llamados 'Wonderwalls'. Muros de las maravillas, por traducirlo de alguna manera. Son marcos, corchos, algún tipo de soporte mágico. En él tienes que poner todas aquellas cosas por las que merecen la pena la vida. Un hijo, una hija, una novia, un polvo, una quiniela, una canción. A raíz de eso, a empezar a crecer.
En 1968, Joe Massot debutaba en el cine con una película llamada Wonderwall. Iba de como un científico convivía puerta con puerta con una pareja de pops arts. Ese film nunca fue nada importante, de no ser porque la banda sonora la compuso George Harrison, el difunto Beatle, de la mano de Eric Clapton. Este ya es otro cantar. Con sonidos indúes que acompañarían a Harrison durante el resto de su carrera, es una de las BSO más conocidas de la historia del cine.
Muchos años después, llegó la canción de Oasis. Dio la vuelta al mundo, atravesó fronteras, llenó las televisiones y ahora, veinte años después, sigue siendo la banda sonora de muchas vidas. The Egde, el guitarrista de U2 dijo que "ojalá hubiera escrito yo la canción". Blur, eternos enemigos de los Gallagher, vieron como su rivalidad quedaría en anecdótica, puesto que los hermanos pasaban directos al olimpo de la musica.
Su videoclip, de 4:40 minutos, refleja al grupo en un manicomio, intentando pasar el tiempo, mientras dicen una y otra vez "You're my wonderwall". Tu eres mi muro mágico. Detrás de ti no hay maravillas, delante de ti no hay nada. El muro es lo importante. El muro, la ansiedad por mirarlo y abrazarlo.
Mi muro se ha caído, y detrás no había nada. Delante no tenía nada interesante, intenté subir y quedarme sobre él, y se cayó. Ahora no tengo nada. Solo tengo ladrillos y cemento seco para no olvidar. No tengo nada sin ese muro. Y muro empieza por eme. Y por eme empezaba mi muro.