domingo, 24 de febrero de 2013

Hugo, Scorsese y Georges Méilès

No hay cosa más sorprendente que aquellas historias reales capaces de superar la ficción más increíble. Si La invención de Hugo - o Hugo para el resto del mundo cinematográfico- es una buena película, saber que tiene además la base en una historia real, es sencillamente mágico. 


Publicada y reconocida por todos desde hace más de un año - cinco oscars en la pasada edición-, mi sorpresa fue levantarme del sillón al terminar de verla, y descubrir que la historia contiene muchas pinceladas de verdad. Martin Scorsese llevó al 3D una película ambientada en los años 30, cuando los hermanos Lumière y cuatro gatos más habían asentado las bases del cine. Es entonces, en un París de entreguerras, en la estación de Montparnasse, un joven llamado Hugo se enfrentará a su destino y a los grandes misterios que su padre le dejó sin resolver antes de fallecer. 

Durante la película conocerá a Georges Méliès, uno de los mayores cineastas de Francia, pero caído en el olvido tras La Gran Guerra. La gran depresión intelectual a la que se vio sometida Europa, esos intentos de restaurar la "belle epoque", y esa cultura de la decadencia a causa de una guerra que abrió los ojos a los nacionalismos, hicieron caer en el olvido a grandes personalidades del cine, como fue el caso de este director nacido en París. 

Es por tanto cuando este filme te sobrepasa. ¿Qué la historia de este Georges Méilès es real? Y tanto que lo es. De alguna manera, un señor muy metido en el mundo del espectáculo, que podía hacer de mago, podía hacer de viñetista, podía hace de reportero, de director de una compañía de teatro, conoció a Auguste Marie y a Louis Jean Lumière. Este fue invitado por los hermanos más famosos de la historia, y pudo asistir a la primera emisión de la pieza "Llegada del tren a la estación de la ciudad". Fue entonces cuando se enamoró de aquel formato en 2D, y de cuando decidió poner en práctica todo lo aprendido, pero detrás de una cámara. 

Aquí Miélès, interpretado en "Hugo" por Ben Kinsgley 


Cómo bien se refleja en la película de Hugo, o indagando un poco en su vida, su influencia residió en las novelas de Julio Verne, de ahí que en 1902 hiciese "Le Voyage dans la Lune", donde sin música pero con color -pintaba fotograma a fotograma- aparecen unos hombres luchando contra lunáticos. Ni que decir tiene que la calidad de esta es ahora de risa, que está completamente obsoleto todo el sistema que se pueda usar, pero son las primeras escenas donde alguien lleva la literatura a la gran pantalla. Menuda idea dio Méilès para el futuro... 



Este director hizo en torno a 500 películas a lo largo de su vida. Consiguió que éstas se proyectasen en EEUU, pero nunca recibió beneficio por ello. Sólo con saber como funcionaba la industria, dejó de lado estas grabaciones tan primarias, y rápidamente se dispuso a contar historias. Es uno de los padres de la ciencia ficción, es uno de los precursores de la narrativa cinematográfica. Pese a ser un desconocido para el gran público, su legado es tan inmenso, que deberían hacerle una estatua enfrente del Dolby Theatre, a la entrada de Cannes y de San Sebastíán. A pesar de toda esta superproducción  la Gran Guerra y los monopolios de la industria cinematográfica en Estados Unidos y en su Francia natal le llevaron a la bancarrota. 

Fue entonces cuando en 1913 desapareció de toda escena pública. Se retiró a trabajar en una juguetería de la estación de Montparnasse -donde está ambientada la película de Scorsese- , para más tarde ser reconocido por un director que en ese momento estaba en auge, Léon Druhot, casi diez años después. Sería cuando su carrera, aunque sobre todo su prestigio y su imagen, serían respuestas. Sus obras se volverían a ver, recuperaría esa denominación de padre del ilusionismo, y la comunidad francesa del cine colocaría a Georges en un lugar privilegiado de la historia del cine galo.