domingo, 10 de marzo de 2013

Argo, EEUU y Jomeini

Ben Affleck y Bryan Cranston

"Argoderse", que diría Tony Mendez -encarnado por Ben Affleck- cuando Argo recibió el premio de mejor película en la 85 edición de los Oscars. Es complicado, pero parece que poco a poco las películas de carácter político se van asentando en Hollywood, y la fábrica de los sueños va dejando los Terminator y los Robocops en un segundo plano. 

Buenísima película, de un hombre que deberá ser un referente en el cine americano en los próximos años. La historia adaptada por Ben Affleck, siendo director y protagonista -de lo primero mucho mejor que de lo segundo-, pone los pelos de punta a todo aquel con un poco de sensibilidad con Oriente Próximo. 
Lo mejor de la película es sin lugar a dudas como se cuidan todos los detalles de la escenografía , así como su historicidad. 

Cuando la revolución de Jomeini tenía un carácter íntegramente popular, EEUU era en Irán el enemigo público número uno. El asalto a la embajada estadounidense se cobró muchos rehenes y muchas víctimas, pero seis personas pudieron escapar, alojándose con los canadienses. A partir de ahí, la CIA dirigiría un proyecto para sacar del país a esas seis personas, que en Teherán correrían la peor de las suertes. Argo, una falsa película, es la excusa con la que la CIA -disfrazada de productora de cine- entra en la ciudad para sacar a los allí retenidos. 

La tensión para el espectador es la premisa principal al empezar a ver el filme. Mientras Méndez y los suyos recorren las calles de Teherán, el miedo y la inseguridad se alinean con el que está delante de la pantalla, consiguiendo así que mueras de ganas por ver el rótulo de "The End" llegar cuanto antes. Su calidad, su minuciosidad y su guión - nunca simplista e intentado siempre que todas las conversaciones sean ricas- hacen que los tres Oscars conseguidos sean muy merecidos. 

Los Productores con sus estatuillas

Tal vez, lo bueno de este thriller es que no es patriota. Los estadounidenses son los que llevan la pólvora, encienden la chispa, y dejan plena libertad al fuego para devorar todo a su paso. No hay nada en la película que intente ocultar eso, así como tampoco que Jomeini iba en contra también de aquellos que no se arrodillaban ante él. El punto más reseñable de este filme es la capacidad de hacerte sentir en el Irán de finales de los 70. 



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